Carlos García-Alix
Diario de invierno, febrero 2019
Pintar es realizar un viaje a través de un laberinto. Se camina entre principios y finales, aciertos y errores, atrevimientos y cobardías, infiernos y paraísos. Uno no elige este camino, se es pintor como se es piedra o se es pájaro. Además, la pintura se revela cuando quiere. Delacroix escribía antes de morir que la encontraba por fin cuando se hallaba viejo, desdentado y sin aliento. Hay que saber esperar y sufrir sin quejarse.
Cada pintor tiene sus mapas para atravesar el laberinto, aunque apenas ya sea capaz de leerlos. Yo hago mi viaje pensando que hasta en la noche más oscura brillan estrellas en el cielo, aunque no las veamos, y que si me lo creo, si lo siento en el alma, todo puede suceder. Solo así puedo atravesar el río oscuro de mi propio ser, pintar mis días y mis noches, mis inviernos y mis estrellas. Todo lo demás, el oficio, la habilidad, la inspiración, importa muy poco.